El cuidado y transformación de las plantas aromáticas y medicinales, es un proceso que conlleva un trabajo largo y cuidadoso, ya que desde los primeros pasos se condiciona la calidad final del producto.

Tras la siembra y cuidado de la planta, una vez alcanzada su madurez,  sigue su posterior recolección, manipulación y secado.

Recolección

En esta etapa, hay que tener en cuenta diferentes precauciones que ayudarán a que el resultado del proceso sea óptimo:

  • La recolección debe realizarse, evidentemente,  en el menor tiempo posible.
  • Las horas del día en que se debe realizar la recolección son importantes y varían con el tipo de planta. Aquéllas cuyo interés reside en los aceites esenciales o alcaloides que contienen es preferible  recolectarlas por la mañana. Pero en el caso de otros principios activos (por ejemplo, glucósidos) conviene recogerlas por la tarde ya que, entonces, el contenido en esos principios es mayor.
  • Puesto que las plantas se van a secar, no deben recolectarse cuando estén húmedas de rocío, lluvia o agua de riego.
  • A pesar de que puede contribuir al secado de las plantas, es recomendable que estén expuestas al sol el menor tiempo posible una vez recolectadas, sobre todo las plantas ricas en aceites esenciales.
  • También es importante que, una vez recolectadas, las plantas no sufran daños mecánicos para lo cual no se deben apilar demasiado y hay que evitar en lo posible que se machaquen o compacten.

Manipulación

Antes de su secado, el material vegetal recolectado requiere una manipulación que depende del órgano de la planta cosechada que se vaya a tratar:

  • Raíz: se debe lavar y cortar.
  • Hoja: en el caso de plantas herbáceas, si se trabaja con la hoja completa, basta con separar la hoja del tallo. En otro caso (hojas no completas o plantas leñosas) se separa la hoja del tallo y se corta.

Estos procesos de manipulación deben realizarse con la mayor rapidez y asegurándose de que el material no se deteriore.

Tipos de secado

Existe una amplia variedad de procedimientos para el secado de plantas (con rayos infrarrojos, microondas, liofilización). Pero el sistema más habitual fuera de la industria es por convección de aire, convección que puede ser natural o bien forzada.

En este artículo nos vamos a centrar en el secado por convección de aire:

  • Secado natural al sol:

Sólo es aplicable cuando el clima es  cálido y muy seco. Para conseguir un secado homogéneo se debe voltear periódicamente el material. Puesto que siempre supone una pérdida de principios activos, su interés es limitado. Por ejemplo, no se puede emplear para el secado de plantas de las que interesa extraer aceites esenciales.

  • Secado natural a la sombra:

Se realiza a cubierto en un secadero cuyas características principales son amplitud y lógicamente sequedad. Parte fundamental es que disponga de suficientes aberturas para permitir un buen aireado, pero al mismo tiempo con sistemas que impidan el acceso de insectos. La planta puede secarse extendiéndola o colgándola en ramos. Como en el caso anterior, es necesario ir volteando la planta para que su secado sea homogéneo.

  • Secado forzado:

Ahora el secadero es un recinto cerrado por el que se fuerza a circular una corriente de aire. Esto se puede lograr de forma sencilla mediante la instalación de ventiladores extractores en una nave, de la que expulsan  el aire cargado de humedad del interior y obligan a que entre nuevo aire más seco. Para el tratamiento de grandes cantidades de material, los secaderos industriales introducen corrientes de aire caliente, al tiempo que controlan la temperatura  y el tiempo de secado.

Fuente:  Eva Moré y Roser Melero. Transformación de plantas aromáticas y medicinales. Proyecto: Información y transferencia para el medio rural (intrader). Entidad ejecutora: Centre Tecnològic Forestal de Catalunya. 2009.