SPAGYRIA: COSMÉTICA ECOLÓGICA y SOLIDARIA A AMBOS LADOS DEL  PIRINEO

Este proyecto transfronterizo con alma aragonesa se centra en el cultivo de plantas aromáticas y medicinales seleccionadas por sus virtudes en cosmética y medicina.

Entrevista realizada por Camino Ivars a la doctora Ana María Mainar y publicada en el Heraldo de Aragón.

Según los últimos datos publicados  por la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) en 2019, el consumo de productos de perfumería y cosmética en España volvió a crecer, con respecto al año anterior y por cuarto año consecutivo, con un incremento del 2%, en el último ejercicio, hasta alcanzar los 6.954 millones de euros. España se situaba como quinto mercado europeo de productos de belleza, con un consumo per cápita de 150 euros al año, por encima de la media europea que asciende a 137 euros por persona y año.

Sin embargo, en los últimos años de forma paralela ha ido cobrando fuerza un nuevo debate en la ciudadanía. Aquel sobre el impacto de algunos de estos productos en el medio ambiente. En este marco, hace cinco años, nacía en España Spagyria. Un proyecto con alma aragonesa, que pretende crear una línea de producción de plantas aromáticas para el desarrollo de cosméticos ecológicos entre Francia y España, y que, además, involucra en el proceso a personas con discapacidad o dificultades de inserción para contribuir en la mejora de su empleabilidad y, por tanto, en su calidad de vida.

En 2015 quedó oficialmente constituido el consorcio formado por siete socios: tres centros especiales de empleo (Elkarkide, Le Jardín de Girou y Valentia), dos corporaciones municipales (Ayuntamiento de Huesca y Ayuntamiento de Pamplona) y dos centros de investigación (Medes -en Francia- y Universidad de Zaragoza). «Desde el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) perteneciente a la Universidad de Zaragoza aportamos la tecnología limpia de extracción de ingredientes a partir de las plantas aromáticas», explica Ana María Mainar, investigadora del BA y directora del proyecto en la UZ.

En cuanto a la financiación total del proyecto, asciende a un total de 1.860.100 euros ( 65% fondos Feder y 35% aportaciones de los socios). El 42.65% corresponde a Aragón (Valentia, Ayuntamiento de Huesca y Unizar), el 17.26% para Navarra (Elkarkide y Ayto. Pamplona) y el 40.09% para Francia (Le Jardín du Girou y Medes).

«Actualmente, se conoce bastante sobre muchos de los compuestos que se utilizan en el campo cosmético y existen baremos y normativas de calidad, toxicidad y efectos sobre la salud y el medioambiente, que han derivado en legislación para regular y controlar los productos que llegan al mercado», afirma Mainar que, asegura, Spagyria tiene muy en cuenta. «Nuestro proyecto incluye la realización de pruebas con paneles de voluntarios en el Instituto de Medicina y Fisiología Espacial de Toulouse (Medes) para verificar los efectos y la tolerancia del producto final formulado y la evaluación del impacto ambiental en la producción de los ingredientes activos desde el momento que se siembran las plantas aromáticas», señala.

En cuanto a las especies vegetales cultivadas en Spagyria, entran dentro de la denominación genérica de plantas aromáticas y medicinales y, además de los usos como condimentos, fueron seleccionadas por sus virtudes en cosmética y medicina. En particular, sus extractos presentan propiedades antioxidantes, calmantes, tonificantes, hidratantes, antiinflamatorias, antisépticas y reguladoras de la secreción sebácea.

Con respecto a la producción de estos cultivos, esta se realiza íntegramente en los tres centros especiales de empleo a los que se ha transferido un modelo de trabajo a futuro dividido en dos etapas: «Por un lado, la plantación piloto con ocho especies vegetales (tres salvias, caléndula, melisa, equinácea y dos tomillos) para evaluar la viabilidad de las distintas especies en cada localización y, por otro, el cultivo en extensivo de las especies más prometedoras de la plantación piloto: caléndula, salvia y melisa», explica la investigadora.

En cuanto a las técnicas que utilizan, se trata de aquellas que se han demostrado eficaces y respetuosas con el medioambiente, que, además, «utilizan anhídrido carbónico, gas que contienen las bebidas refrescantes y que es un subproducto industrial, que aquí se aprovecha a alta presión para la extracción y concentración de principios activos a partir de las plantas aromáticas y medicinales seleccionadas», afirma Mainar. Es decir, que la principal diferencia de estos con respecto a los extractos habituales radica en la propia forma de obtención: «Están libres de disolventes orgánicos perjudiciales para el medioambiente; la composición es diferente a la conseguida por otros métodos pudiendo modularse el contenido en principios activos en función de las condiciones de trabajo (presión, temperatura, flujo … )».

En la actualidad, el proyecto está enfocado a la preparación de productos faciales, pero aseguran que se están explorando otro tipo de aplicaciones. Y, aunque todavía es muy pronto para probar el resultado, Mainar señala que se encuentra en la última fase del proyecto. «Se están obteniendo todos los permisos para poder realizar las pruebas con voluntarios en Francia. Si las actuales circunstancias lo permiten, a mediados del año próximo tendremos los resultados de todo el proceso de transferencia e investigación», indica.

DIFERENCIAS PARA CREAR RIQUEZA

Sin duda, otro de los hechos diferenciadores del proyecto radica en el hecho de que Spagyria trasciende las fronteras de actividad habituales. Se trata de un proyecto con, por y para generar nuevas oportunidades en centros especiales de empleo, que está basado en tecnologías avanzadas. «Sería simple decir que el objetivo final es exclusivamente obtener un producto cosmético ecológico, aún con la complejidad que entraña el conseguirlo. Spagyria es mucho más, no solo por la transferencia de conocimientos especializados que se está produciendo entre los socios, o por la generación de nuevos modelos de negocio que puedan replicarse fácilmente a ambos lados de los Pirineos, sino por las implicaciones de compromiso e integración social que orientan hacia una sociedad más justa», destaca Mainar. De hecho, la investigadora asegura que uno de sus lemas es: «Cultivar nuestras diferencias, aprovechar nuestros recursos para crear riqueza».